martes, 4 de agosto de 2020

Relatos irracionales

En el año 2008 el blog Espejo Lúdico propuso escribir microrrelatos de hasta veinte palabras, de forma que la cantidad de letras de cada palabra correspondiera con las cifras de un número irracional, eliminados los ceros y la coma. 
Los número elegidos fueron:

phi o número áureo (1 6 1 8 3 3 9 8 8 7 4 9 8 9 4 8 4 8 2 4)

π (3 1 4 1 5 9 2 6 5 3 5 8 9 7 9 3 2 3 8 4)

raíz de dos (1 4 1 4 2 1 3 5 6 2 3 7 3 9 5 4 8 8 1 6)

Así, por ejemplo, para raíz de dos, la primera palabra del microrrelato debía tener una letra, la segunda palabra cuatro letras, la tercera una letra, y así sucesivamente. Estas son las historias que yo escribí.






Número áureo

I
Accésit I Concurso de Literatura
Irracional Espejo Lúdico.

Y cuando, a criterio mío, los androides derramen lágrimas francas, para programar máquinas avanzadas será esencial amar.


II

O partía, o sucumbía. Con los fugitivos encontré vampiros, catorce feas criaturas bebiendo yugulares para arrancar rojo alimento.


III

Y relato, a colación, que por extinción, aquellos dragones feroces eran sumamente cuidados. Carísimos eran vendidos. Toda tasación se pagó.


IV

Y, quizás a traición, los dos moradores murieron mientras cazaban aves. Desiertas, entonces, quedarían esas comarcas.


V

Y volvió a buscarla ese día, anhelando desnudar despacio aquella piel seductora, metálica.


VI

A Perseo y Sigfrido.
Los dos guerreros viajaron extensos caminos para enfrentar horrible fatalidad, para sucumbir, para erigirse en mito.


VII

Y camino a Germanía fue que guerreros vándalos atacaron. Nuestro jefe centurión falleció. Diezmados, nada logramos sino fugarnos de allí.




PI

I

Mención especial I Concurso de
Literatura Irracional Espejo Lúdico.

Fue y tomó, a pecho destapado, la férrea lanza del señor guerrero. Horrorosa matanza aconteció. Ahí, el cid adquirió fama.


II

Fui a ella, y rogué clemencia. No recibí nunca sus dones, siquiera esperanza. Siempre imposible has de ser, incierto amor.


III

Sal y maíz, a veces ofrendaba el nativo. Padre Sol, oraba entonces. Pachamama ayúdame, imploraba. Hoy el oro suplanta todo.


IV

Así, a esos y otros fantasmas de viejos reyes los había invocado rompiendo espejos. Alejarlos fue lo más fatigoso


V

Iba a casa. A pasos inciertos el camino perdí.
—¿Qué rumbo deberías señalarme? preguntó, impasible por mí, esa preciosa hada.


VI

¿Qué? ¿Y cómo? ¿Y dónde? interrogó el último robot del mundo, mientras recordaba. “Nuclear extinción” vio en esa penumbra roja.


VII

Así, y como a todos duramente se oponía, aquel cid acabó excluido. Solitario regresó marchando sin su rey.




Raíz de dos

I

Y, casa a casa, yo y esa parca íbamos. Al sol oblicuo del atardecer, corva hoja regalaba suplicio y olvido.


II

A Cali. A ella vi. A esa diosa arcana. De sus piernas una serpiente saltó para morderme, ahogarme y amarme.


III

Y, poco a poco, tú y tus besos fueron el sol matinal que deslumbró, tenaz, esta comunión perpetua.


IV

“Y como a ella, sí, a esa mujer, amaba, me fui soñando que conseguía aquel beso” declaró Penélope a Ulises.


V

Y dije a ella: tú y tus locos juegos se han acabado. Los fantasmas nunca usan mortajas.


VI

A capa y saco, vi a ese viejo ladrón ir por trofeos. Con fogueadas manos robó riquezas, valiosas y ajenas.


VII

Y rezó a dios. Si a ese cielo quería ir, ella tendría que recuperar todas esas ofrendas hurtadas a Luzbel.


Victor Justino Orellana, 2008



Aportes de otros autores

PI

Acá o allá y acuyá, pareciera lo exacto mismo del cielo una sierpe enfadada acechando morbosa, flagelada por un San Cayetano bobo...

Marcelo Firpo, 2020





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