miércoles, 29 de febrero de 2012

Pedro Bonifacio Palacios, el eterno Almafuerte (29 de febrero de 2012)

El miércoles 29 de febrero estuve invitado al programa radial Cultura desde el pie, que conducen Emilio González, Mario Tenuta y María Victoria Elexpe, y que va por AM 1250, los miércoles de 18 a 19 hs y los sábados de 13 a 14 hs. Este día en particular se recordó al poeta Pedro Bonifacio Palacios, conocido a través de los tiempos como Almafuerte.
Pedro Bonifacio Palacios nació el 13 de mayo de 1854, en el lugar donde dos años después se fundaría el pueblo de San Justo. Murió el 28 de febrero de 1917, en la Plata.
Sus poesías abordan variados tópicos, la vida, la justicia, la fe, el amor, a veces de formas casi contradictorias, pero siempre cargadas de una pasión irrefrenable.
Creo que la mejor manera de recordar a un poeta, es leyendo sus obras, y durante el programa de este miércoles aporté mi grano de arena a su difusión leyendo fragmentos de Sin tregua, La sombra de la Patria, Antífonas rojas y Tremolo, entre otros.
Les dejo un fragmento de Sin Tregua.

Llénate de ambición. Ten el empeño;
ten la más loca, la más alta mira;
no temas ser espíritu, ser sueño,
ser ilusión, ser ángel, ser mentira.
La verdad es un molde, es un diseño
que rellena mejor quien más delira…
¿Qué la ciencia es brutal y que no sueña?
¡Eso lo afirma el asno que la enseña!

Naciste en el peldaño de una escala,
no en el seno confuso de una nube;
con el Cetro en la manos, o la Pala,
pero raudo y audaz como un querube;
si no son los peldaños en el ala
que te despierta y que te grita: ¡Sube!...
¡Sube sin timidez, no te abandones;
si te asusta volar, hay escalones!

Almafuerte.

jueves, 23 de febrero de 2012

Pequeñas anécdotas desde el puesto de Autores Matanceros (19 de diciembre de 2011 – 22 de febrero de 2012)

Buscando el Nirvana.
Muchas personas encuentran razonable pagar $10 por un llavero o una placa para el perro. Ante un libro del mismo valor, asumen la postura del Loto y meditan un buen rato. Finalmente desisten por parecerles un precio excesivo.

Primero lo nuestro.
A veces nos preguntan por autores locales cuyas obras no tenemos. Siempre le damos toda la información que tenemos. Algunas personas, quizás porque no ven los enormes carteles que dicen “Autores de La Matanza”, nos consultan por autores que no son matanceros, como Bucay, Domínguez o Stamateas. Nunca por Cervantes, Kafka o Voltaire.

Amigos son los amigos.
Una vez alguien señaló un libro, y dijo, orgulloso, que el autor era su amigo y que tenía un ejemplar de esa obra. Entonces le indiqué los otros libros del mismo autor que había sobre la mesa. Aquella persona se ofuscó, y con voz fastidiosa dijo: “pero esos no me los regaló”.

Análisis literario
Mostrando un libro, y ante el requerimiento de quien preguntaba por él, comencé a explicar las temáticas, técnicas narrativas y demás detalles literarios. Mi interlocutor concluyó, muy seguro de sí mismo, que el autor era del signo zodiacal de Escorpio.

Educando al soberano.
Una preadolescente se detuvo a mirar los libros sobre la mesa. Su madre la tomó del brazo, y a los tirones se la llevó, gritándole: “¿para qué querés vos un libro?”.

sábado, 18 de febrero de 2012

Metiendo el perro (18 de febrero de 2012)

Muchas casas, en los muchos barrios que tiene La Matanza, tienen un perro. Y los Manzanares no es la excepción. Hace ya cinco años publicaba en http://losmanzanares.miss-web.es/ las siguientes líneas:
Tener una mascota es algo bueno. Un perro nos hace compañía, nos alegra el día, aunque a veces nos enojemos porque rompen o estropean alguna cosa. Un perro guardián cuida nuestro hogar, sacrificaría su vida por protegernos.
Pero tener un perro también es una gran responsabilidad. Hay que cuidarlos, alimentarnos, sacarlos a pasear... claro, a menos que uno tenga el perro afuera, en la calle, en ese caso no hace falta sacarlo a pasear. Tampoco hay que cuidarlo. Qué se cuide solo. Ah, eso sí, si algún vecino le pega una patada o le tira una piedra le rompemos la cara al muy metido, ¡quién se cree que es!, meterse con nuestro perro, al que solamente nosotros podemos moler a palos, sólo nosotros que lo trajimos para que ande en la calle rompiendo las bolsas de basura de otros, defecando veredas ajenas y ladrando y mordiendo a quien se le dé la gana.
Afortunadamente, la mayoría de los dueños de perro tienen a su mascota dentro de la casa, generalmente en el patio o la terraza, bien alimentado. Sobre todo los que tienen el perro en el patio delantero, detrás de una reja lo suficientemente amplia entre barrote y barrote para que el can saque la cabeza y obtenga un pedazo de pierna, brazo o abdomen de algún distraído transeúnte. Esos siempre son los más gorditos.
Tener un perro mejora nuestra calidad de vida. ¿Hay alguna duda?
¿Pero a que viene todo este recuerdo? Es que el sábado 18 de febrero transitaba tranquilamente por la esquina de Santander y Estocolmo cuando un perro mediano decidió merendarse mi pantorrilla. Por supuesto, cuando pregunté a los vecinos quien era el dueño de tan simpático animal me indicaron una casa desde donde nadie se hizo cargo de la propiedad del perro. Así que debo concluir que me mordió un espíritu libre.
Y mientras espero a ver de que color se pone la herida en mi pantorrilla escribo estas nuevas líneas, para advertirles que perro que ladra… muerde… y duele.