jueves, 31 de mayo de 2012

Sueños caídos

Los Ángeles están entre nosotros, nos defienden, evitan que las fuerzas del infierno invadan la tierra. Antes, los demonios también estaban entre nosotros, pero los Ángeles tomaron el control, nos protegieron, nos salvaron, porque nosotros no podíamos cuidarnos solos.
Esa es la historia que me contaron mis padres. Y yo y mi esposa se la contábamos a nuestro hijo antes de dormir cada noche. Ya no hay demonios en la Tierra, los Ángeles los desterraron al infierno, junto con la miseria y el sufrimiento. Ahora la gente vive feliz, sabiendo que es cuidada por ojos atentos y penetrantes. Los Ángeles nos colman de bendiciones.
Hoy estoy en el correo. Voy a hacer un trámite por una bendición…

Este es un fragmento de Todo está bien, el cuento con que doy inicio al libro Sueños Caídos, volumen que recoge principalmente relatos que escribí en los últimos tres años, aunque también incluye textos elaborados mucho antes, donde se destacan la fantasía, las realidades distorsionadas, y cierta dosis de ironía.
Con este libro retomo la senda de la ácida crítica social que empecé en 2004 con mi primer libro Más oscuro que la noche, pero sin descuidar aquellas cuestiones que nos hacen simples humanos. Debido a esto, en más de una ocasión me pongo bajo la piel de personajes absolutamente detestables, como genocidas y proxenetas.
En otros casos, indago personajes que están en una zona de frontera, entre la luz y la oscuridad total. Finalmente, está la gente común, que trata de abrirse paso en un universo hostil. Del primero al último de los protagonistas de estos cuentos, motas de polvo sobre una mota de polvo.

—Le quedan cuarenta ocho horas de vida —pronostica el médico.
¿Cuarenta y ocho nada más? El viernes llenamos la losa. El patrón se va a poner furioso si no voy…” – fragmento de “La bala.

domingo, 27 de mayo de 2012

Poesía Bar (27 de mayo de 2012)

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
Gustavo Adolfo Bécquer

¿Qué es la poesía? Es una pregunta que se hacen expertos y legos, sobre la que se ensayan miles de respuestas.
El domingo 27 de mayo, ya caída la tarde, en un bar frente a la plaza de La Bandera, se realizó una nueva edición del Poesía Bar, café literario organizado por el Galpón Cultural Tapiales en la localidad homónima.
Con poco preámbulo, Christian Malattia inició una ronda de lecturas con poemas de su autoría. Entre charlas y cafés, pasaron por el micrófono Victor Ibáñez, Graciela Incostante, Elizabeth Molver, Analia Pagura, Adela Salas y otros autores presentes, leyendo obras propias.
Yo también leí algunos de mis cuentos, pero también aproveché la oportunidad de recitar poemas de Almafuerte, escritor del que se sabe que tiene un monumento en la calle del mismo nombre, y poca cosa más. Hubo lugar para la crítica literaria, la filosofía, el debate de ideas, hasta la tragedia griega, transformando por momentos el bar en un ágora.
¿Qué es poesía? El Poesía Bar es poesía.

sábado, 26 de mayo de 2012

Café Literario Rincón de Letras (26 de mayo de 2012)

Ágil, robusta, llena
De esplendores el alma,
Cruzando aquí los llanos,
Trepando allá montañas,
-¡Al ideal, nos grita, a las alturas!
La adolescente musa americana.
Rafael Obligado

La biblioteca es el punto de encuentro del autor y el lector. Y no es sólo una frase hecha. En la práctica, unos pocos grupos editoriales manejan el mercado, ellos deciden que se publica o no de acuerdo a las necesidades del negocio, siempre a precios de venta nada populares.
Para los autores noveles es casi imposible entrar en ese mercado. Pero también para grandes maestros que la industria editorial ha olvidado, por no ser rentables. En las bibliotecas populares, en forma gratuita, el lector puede conocer a autores nuevos y redescubrir a los consagrados.
Este año, Mario Tenuta, periodista radial y miembro de la Biblioteca Popular Almafuerte, me comentó la posibilidad de hacer en esta institución un espacio destacado para los escritores locales, la gran mayoría desconocidos por el público lector.
También se dio otra oportunidad. La de realizar el Café Literario Rincón de Letras en la sede de esta prestigiosa institución, ubicada en Paraguay 2277, San Justo, y que lleva veinte años trabajando por la cultura. La fecha elegida fue el sábado 26 de mayo.
La cercanía del 25 de mayo, fecha en que se recuerda la revolución de 1810, impuso un comienzo formal al evento, con la presencia de bandera de ceremonia y la entonación del Himno Nacional Argentino por parte de la concurrencia que colmó la sala principal de la biblioteca. Paula Orive Alonso pronunció las palabras de apertura de los anfitriones.
Después vendría un panel compuesto por Carlos Boragno, Carlos Rigel y quien escribe estas palabras, dedicado a repasar a los Escritores Nacionales en la historia argentina, título de significado amplio que permitió exponer y discutir sobre los grandes referentes de las letras argentinas, como Sarmiento, Echeverría, Lugones, pero pasando también por Borges, Sabato, Marechal, Conti y un sinfín de obras y autores que encendieron en más de una oportunidad la polémica y la pasión de los expositores y el público presente.
Durante este evento también se dio comienzo oficial a la muestra permanente de Autores Matanceros que tendrá la Biblioteca, dándole la oportunidad de presentar las obras donadas a Marilaria Estévez, Adela Salas y Raúl Pérez Arias.
Con el micrófono libre, nos leyeron sus obras Alberto Fontana, Nahuel Leyes, Victor Ibáñez y Maribel Cavia. María Angélica Maldonado, fundadora de la biblioteca, cerró el evento agradeciendo a los presentes e invitándonos a los Autores de La Matanza a seguir por ese camino de mutua colaboración.
Finalmente, la Biblioteca cumplió su magna función. Los autores noveles se hicieron escuchar. Los viejos maestros fueron redescubiertos. Y, quisiera creer, que todos logramos ampliar un poco nuestras mentes.

domingo, 13 de mayo de 2012

Homenaje de Almafuerte (13 de mayo de 2012)

Levantarse temprano un domingo cuesta un pequeño esfuerzo a la mayoría de la gente. Y mucho más levantarse temprano para salir a la calle en un frío día otoñal. Yo no soy la excepción. Sin embargo, cuando la convocatoria es para homenajear a uno de los mejores escritores argentinos, y por añadidura, un poeta nacido en La Matanza del siglo XIX, las triviales dificultades quedan de lado.
Este domingo 13 de mayo se cumplieron 158 años del nacimiento de Pedro Bonifacio Palacios. Para honrarlo, el Centro de Estudios Históricos de La Matanza (CEHLaM) inauguró, por la mañana, un monolito frente a la casa que lo habría cobijado en sus primeros años, sobre la calle Villegas, entre Ignacio Arieta y Monseñor Marcon, en la ciudad de San Justo.
Estuvieron presentes el CEHLaM, con su presidente Ángel Recine, Silvia Mielnicki y otros miembros de esta institución abocada al rescate de la historia de nuestros barrios y ciudades. También Alejandro Enrique, historiador de Isidro Casanova y actual subsecretario de cultura comunal. Representantes de la Cámara de Industria y Comercio, del Foto Club y otras instituciones locales.
Tras la parte protocolar, con el descubrimiento del monolito y los discursos de rigor recordando la vida y obra del más renombrado poeta matancero, se presentó el actor Osvaldo Tesser, con un fragmento del unipersonal Almafuerte, más que razones, arrancando calurosos aplausos en una mañana fría.
De ahora en más, quienes transiten en San Justo sabrán que allí vivió un maestro, periodista y escritor de vida ejemplar. Pero no modelo de vetustas formalidades, sino prototipo de lucha y resistencia en el fervor de los ideales. Una placa en el mentando monumento a su natalicio reza una estrofa de su indómito pluma:
Yo renuncio a las glorias mundanales
Por el arduo desierto solitario
Para sembrar también abecedario
Donde mismo se siembran los trigales.

sábado, 12 de mayo de 2012

El tambor de Tacuarí

El sábado 12 de mayo la comunidad paraguaya se reunió en la plaza Gral. de San Justo, en un acto que se repitió en varios lugares de la Argentina y el mundo. Principalmente, reclamaban por los derechos de los emigrantes paraguayos. Pero también hubo lugar para que la música folclórica y la lengua guaraní se manifestaran.
Esto me hizo rememorar una nota que escribí sobre el Tambor de Tacuarí, hace unos años para la revista Los Manzanares de La Flora. A continuación, la transcribo.


“Traigo conmigo la persuasión y la fuerza no pueda dudar que V. S. admita la primera, excusando la efusión de sangre entre hermanos, hijos de un mismo suelo” – Fragmento de un comunicado de Manuel Belgrano a Bernardo de Velazco - noviembre de 1810.

En la escuela nos enseñaron que el 9 de marzo de 1811 las tropas libertadoras dirigidas por Manuel Belgrano cayeron derrotadas frente a las fuerzas realistas comandadas por Manuel Cabañas, en Tacuarí, en Paraguay. En medio de la batalla, un joven tambor, de doce años de edad, perdió la vida mientras golpeaba su instrumento alentando a los porteños a continuar el combate.
Hilando más fino, la campaña de Belgrano al Paraguay fue el resultado de intereses socioeconómicos contrapuestos entre Asunción y Buenos Aires, que llevó a la primera ciudad a no reconocer la autoridad de segunda tras la Revolución de Mayo de 1810. Por entonces, al menos oficialmente, no se hablaba de independencia, sino que se discutía quien debía ejercer la autoridad en nombre de Felipe VII, Rey de España, a la sazón invadida por los ejércitos del Emperador Napoleón I. En los siguientes años, tanto Belgrano como Cabañas serían impulsores de la independencia de Argentina y Paraguay.
La primera mención del Tambor de Tacuarí de la que se tiene constancia se la debemos a Bartolomé Mitre, en su Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, de 1857. Mitre había escuchado a veteranos de la campaña del Paraguay de 1811 contar que un niño de doce años, asistente del Comandante Celestino Vidal, tocaba el tambor dirigiendo el paso de la infantería.
Años más tarde, Rafael Obligado, quien había recorrido el país recogiendo leyendas y tradiciones populares, publicó en 1909 una poesía llamada el Tambor de Tacuarí, de cuyos versos se desprende que quizá el niño había muerto durante el combate.
En 1912, el Consejo Nacional de Educación fijó el 9 de marzo como día de conmemoración del Tambor de Tacuarí, como homenaje a los niños que participaron en la gesta de la independencia argentina.
El 23 de noviembre de 1963 se bautizó a la escuela Nº 71 de Los Manzanares con el nombre de Tambor de Tacuarí, en honor del joven tambor que se había convertido en un símbolo del sacrificio por la patria.
A quienes nacimos algunos años después de aquella imposición de nombre a la escuela nos cuesta una enormidad comprender este simbolismo y homenaje. Un niño, con toda la vida por delante, muerto en medio de una lucha que a todos vistas derivaba de los intereses contrapuestos de Buenos Aires y Asunción, nos resulta tremendamente trágico.
Se podría argumentar que las condiciones sociales a principios del siglo XIX eran diferentes a las nuestras. La milicia significaba a muchos niños y jóvenes una escapatoria a la miseria, sobre todo para los huérfanos, tal como algunos historiadores han afirmado que fue el caso del Tambor de Tacuarí, al que incluso le han dado nombre, Pedro Ríos, oriundo del pueblo correntino de Yaguareté Corá, hoy Concepción.
En tanto, en el siglo XX, la República Argentina sufrió numerosos golpes de estado de 1930 a 1976, y desde diversos ámbitos se alentaban símbolos que acercaran e identificaran a la población con los militares. Tal vez jamás pasó este razonamiento por las cabezas de quienes propusieron el nombre para la escuela Nº 71(*), sin embargo, el Tambor de Tacuarí representaba los ideales de la época, del tipo de sociedad que se preconizaba desde las esferas de poder.
Quizás, y sólo quizás, hoy pugnamos por un tipo de sociedad diferente, una sociedad donde los niños puedan tener infancias plenas, donde se pueda servir a la sociedad construyendo, dando, no dejándonos arrastrar a luchas fratricidas en beneficios de terceros. Como bien dice el Martín Fierro: “Los hermanos sean unidos”. Nunca más una lucha entre hermanos. Nunca más un Tambor de Tacuarí.
Febrero de 2008

(*)Nota: Posteriormente a la publicación de esta nota nos comentaron que la elección de “Tambor de Tacuarí” como nombre para la Escuela nº 71 se debió a que, por su corta edad, se lo consideraba un personaje histórico sin detractores, al contrario de la mayoría de los forjadores más destacados de nuestra historia nacional.

Foto: Mural Escuela Nº 71 Tambor de Tacuarí, Barrio Los Manzanares.

domingo, 6 de mayo de 2012

Feria Libre Itinerante del Oeste (6 de mayo de 2012)

El domingo 6 de mayo pude haber ido hasta a la plaza Paseo de las Artes de Morón como un autor que busca difundir su obra. También pude haber llegado como representante del colectivo de autores matanceros que conformo. En lugar de eso, elegí asistir como un lector, y disfrutar de la fiesta cultural que significó esta Feria Libre Itinerante del Oeste, FLIO, continuidad de las que se realizaron hace un tiempo en el centro cultural El Transformador de Haedo.
En la plaza citada, se armaron las mesas que habrían de contener a las decenas de expositores que arribaron al lugar con su arte a cuestas. Libros, revistas, discos, dibujos, artesanías, además de muestras de arte plástico y fotográfico marcaron la fisonomía de una larga tarde, entre mates y cultura.
Dentro de la transmisión en vivo de FM en Tránsito, pasaron exponentes de grupos culturales, sociales y ambientalistas, planteando diversas formas de arte y temáticas. Por el escenario dieron muestra de sus cualidades narradores orales, poetas y músicos de diferentes géneros.
Algunos conocidos me invitaron a tomar parte de su mesa: Anahí Cao, Victor Cuello, Pedro Chappa, Patricia Verón, Gino Bencivenga, quienes después subirían al escenario para recitar sus obras, acompañados con música en vivo.
Fue una tarde para la contemplación y el deleite. Bueno, también hubo tiempo para difundir lo que hacemos de este lado del oeste, de intercambiar pareceres y conformar nuevas agendas de actividades. La cultura sólo puede crecer en colectivo.