sábado, 14 de abril de 2012

Café Literario Rincón de Letras (13 de abril de 2012)

Hay muchas técnicas para hablar en público. Una de ellas es elegir a alguien entre la muchedumbre, y hablarle a esa sola persona. Yo elijo una silla vacía.
Elijo la silla vacía porque imagino que allí se iba a sentar un cultor de las letras que no pudo venir. Lo imagino tapado de labores en la oficina, la construcción, la quinta o los baños de un hospital. Lo imagino leyendo las gacetillas de prensa del Café Literario Rincón de Letras del viernes 13 de abril publicadas en multitud de medios locales. Lo imagino a él imaginándose que pudo asistir, a pesar de una realidad que le llena de obstáculos el camino.
Allí, en una silla vacía, escuchando la apertura hecha por Carlos Rigel del ciclo 2012, pudo estar un padre o una madre, que entre pañal y pañal sueña mundos fantásticos, soñando que esos mundos también pueden ser un libro, que también puede construirse un público lector.
Allí, en una silla vacía, imagino a un investigador barrial, que pudo haber escuchado al panel del Centro de Estudios Históricos de La Matanza, formado por Carlos Boragno, Darío Cerrato, Alejandro Enrique y Marta Maldonado Nassif, y saber que no está solo en la búsqueda de las raíces barriales, incluso, animarse a dar a conocer su investigación. Pero quizás ni siquiera tenía dos monedas para el colectivo.
Allí, en una silla vacía, pudo estar un inédito e ignoto poeta, escuchando a Marilaria Estévez hablar del Santos Vega, o a los autores que pasaron por el micrófono abierto, Alberto Fontana, Paula Pimental, Víctor Ibáñez, Carmelo Laudani y José Paredero. Me lo imagino allí, esperando a que lo llamemos, para que nos lea su obra, para contarnos sobre lo que hace, superando los temores que le impidieron venir.
Allí, en una silla vacía, imagino a un soñador cansado de luchar, vernos a nosotros, los hacedores del café literario, trabajar con intensidad, con los dientes apretados, para llevar adelante el espacio, para la promoción de las letras y sus autores, por el surgimiento de nuevos espacios. Pero sus sueños hace mucho que cayeron.
Yo elijo hablarle a esa silla vacía, llena de sueños caídos, y decirle: las puertas están abiertas.

1 comentario:

  1. Brillante, excelente metáfora que prefiero no ahondar para no sentirme más defraudado. Las puertas siguen abiertas de para en par. La difusión fue amplia, no faltó nada. Ni siquiera la figura de la autoridad en la persona de Alejandro Enrique, actual Subsecretario de Cultura. Pero ya vemos que el público no asistió. Quizás en algo fallamos. La silla sigue vacía, como propone tu metáfora solitaria, las puertas abiertas. En fin.... Carlos R

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