sábado, 27 de julio de 2013

Café Literario del Oeste (26 de julio de 2013)

Dicen que la historia la escriben los vencedores. Patético autoengaño de quienes no saben leer ni escribir. A lo largo de la historia, reyes y profetas, vencedores y vencidos, todos ellos analfabetos, han debido recurrir a escribas para consignar las crónicas de sus hazañas o sus desventuras. La historia siempre había sido patrimonio del que sabía conjurar los signos sobre el papiro, el pergamino o el papel.
Los tiempos cambian. La era audiovisual se extiende en todo su esplendor, desplazando a la palabra escrita, desplazando a la palabra que conforma imágenes, por imágenes crudas, sin filtros, sin necesidad de que el destinatario haga un esfuerzo por comprender, ni siquiera de que piense. Tal es la época que nos ha tocado vivir.
Pero los autores modernos, los herederos de los antiguos escribas, no se resignan (no nos resignamos) a simplemente desaparecer. La palabra escrita busca nuevos espacios para ser, y quizás, para renacer. Como siempre, algunos buscan la soledad de sus actos, otros prefieren la soledad de conciencia pero lo colectivo en la acción. Hoy como ayer y siempre, los autores se agrupan en tertulias y cafés literarios, cofradías donde la palabra es la protagonista.
El Café Literario del Oeste es uno de los muchos ejemplos de la resistencia por las letras en el pago de La Matanza, en el corazón del conurbano bonaerense. Cada cuarto viernes del mes, abre sus puertas en el Centro Cultural Congett de San Justo. Por allí han pasado narradores, poetas, historiadores, coordinadores de talleres literarios, actores y músicos que cultivan la poesía, escritores con algún recorrido hecho, y otros noveles, inéditos, reacios de sacar sus textos del cajón. Amigos de siempre, y gente que acabamos de conocer se entremezclan por la literatura.
El 26 de julio contó con la participación de Nora Coria, coordinadora del Taller Literario Identidad, que leyó algunos relatos sobre pueblos y trenes. Por la misma temática se movió Alberto Fontana, con textos de su libro Puros cuentos del Abuelo. Sin embargo, el disparador de la literatura ferroviaria fue un crudo texto de Graciela Incostante, el cual recorre las tragedias en torno a los trenes que nos han afectado tan de cerca los últimos tiempos.
Fernando Vega nos presentó su novela Un cielo inhóspito. Adriana Cantero nos llevó a deambular por mundos imposibles con sus breves prosas. Marta Martínez nos leyó algunas historias cortas de amor, en tanto Raquel Szulman contribuyó con un cuento infantil. Por mi parte, leí un anticipo de mi próximo libro, el cual pienso dedicar a mi barrio (volumen que no será ni histórico ni testimonial, simplemente, fantasía).
En cuanto a la poesía, estuvo presente con los poetas Adela Salas, Roque Salvatore, y José Paredero, quien anunció nuevas funciones del colectivo poético musical y teatral La Besana de los Sueños, del cual él es parte, y que prepara material nuevo, una renovación necesaria en todas las ramas del arte.
Tal como la expresión literaria necesita renovarse para adaptarse a nuevos tiempos, para resistir, y, sobre todo, para poder disfrutarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario