sábado, 7 de enero de 2012

Héroes anónimos (7 de enero de 2008)

José Luís Lazo Vidal falleció el 7 de enero de 2008. Fue durante treinta años esposo de mi madre. Aquel día, acompañado por su cuñada, iba en su camioneta a comprar pasajes para visitar su Uruguay natal.
Un infarto lo sorprendió en medio de una avenida de la Ciudad de Buenos Aires. Entre el calor infernal de enero y el tráfico de locos, los autos pasaban al lado de la camioneta, indiferentes a los gritos de mi tía pidiendo ayuda. Hasta que un taxista se detuvo, abrió la puerta de su vehículo, cargó a José Luís y lo llevó a un hospital.
José Luís llegó al hospital Ramos Mejía con paro cardiorrespiratorio. Los esfuerzos médicos por reanimarlo fueron inútiles. Una joven mujer embarazada que aquella mañana iba a hacerse un chequeo vio a mi tía, sola, desesperada por las noticias que le daban los médicos, y se quedó con ella, cuidándola hasta que otros familiares pudieron arribar al lugar.
Las tragedias no tienen lógica. Sólo suceden. Es la forma en que las enfrentamos lo que nos define. Probablemente nunca voy a saber quienes son ese taxista y esa mujer embarazada, gente anónima que, sin ninguna necesidad, dejó por un momento sus problemas cotidianos para ayudar a extraños en sus tragedias. Donde quieran que estén, gracias.

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