sábado, 12 de mayo de 2012

El tambor de Tacuarí

El sábado 12 de mayo la comunidad paraguaya se reunió en la plaza Gral. de San Justo, en un acto que se repitió en varios lugares de la Argentina y el mundo. Principalmente, reclamaban por los derechos de los emigrantes paraguayos. Pero también hubo lugar para que la música folclórica y la lengua guaraní se manifestaran.
Esto me hizo rememorar una nota que escribí sobre el Tambor de Tacuarí, hace unos años para la revista Los Manzanares de La Flora. A continuación, la transcribo.


“Traigo conmigo la persuasión y la fuerza no pueda dudar que V. S. admita la primera, excusando la efusión de sangre entre hermanos, hijos de un mismo suelo” – Fragmento de un comunicado de Manuel Belgrano a Bernardo de Velazco - noviembre de 1810.

En la escuela nos enseñaron que el 9 de marzo de 1811 las tropas libertadoras dirigidas por Manuel Belgrano cayeron derrotadas frente a las fuerzas realistas comandadas por Manuel Cabañas, en Tacuarí, en Paraguay. En medio de la batalla, un joven tambor, de doce años de edad, perdió la vida mientras golpeaba su instrumento alentando a los porteños a continuar el combate.
Hilando más fino, la campaña de Belgrano al Paraguay fue el resultado de intereses socioeconómicos contrapuestos entre Asunción y Buenos Aires, que llevó a la primera ciudad a no reconocer la autoridad de segunda tras la Revolución de Mayo de 1810. Por entonces, al menos oficialmente, no se hablaba de independencia, sino que se discutía quien debía ejercer la autoridad en nombre de Felipe VII, Rey de España, a la sazón invadida por los ejércitos del Emperador Napoleón I. En los siguientes años, tanto Belgrano como Cabañas serían impulsores de la independencia de Argentina y Paraguay.
La primera mención del Tambor de Tacuarí de la que se tiene constancia se la debemos a Bartolomé Mitre, en su Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, de 1857. Mitre había escuchado a veteranos de la campaña del Paraguay de 1811 contar que un niño de doce años, asistente del Comandante Celestino Vidal, tocaba el tambor dirigiendo el paso de la infantería.
Años más tarde, Rafael Obligado, quien había recorrido el país recogiendo leyendas y tradiciones populares, publicó en 1909 una poesía llamada el Tambor de Tacuarí, de cuyos versos se desprende que quizá el niño había muerto durante el combate.
En 1912, el Consejo Nacional de Educación fijó el 9 de marzo como día de conmemoración del Tambor de Tacuarí, como homenaje a los niños que participaron en la gesta de la independencia argentina.
El 23 de noviembre de 1963 se bautizó a la escuela Nº 71 de Los Manzanares con el nombre de Tambor de Tacuarí, en honor del joven tambor que se había convertido en un símbolo del sacrificio por la patria.
A quienes nacimos algunos años después de aquella imposición de nombre a la escuela nos cuesta una enormidad comprender este simbolismo y homenaje. Un niño, con toda la vida por delante, muerto en medio de una lucha que a todos vistas derivaba de los intereses contrapuestos de Buenos Aires y Asunción, nos resulta tremendamente trágico.
Se podría argumentar que las condiciones sociales a principios del siglo XIX eran diferentes a las nuestras. La milicia significaba a muchos niños y jóvenes una escapatoria a la miseria, sobre todo para los huérfanos, tal como algunos historiadores han afirmado que fue el caso del Tambor de Tacuarí, al que incluso le han dado nombre, Pedro Ríos, oriundo del pueblo correntino de Yaguareté Corá, hoy Concepción.
En tanto, en el siglo XX, la República Argentina sufrió numerosos golpes de estado de 1930 a 1976, y desde diversos ámbitos se alentaban símbolos que acercaran e identificaran a la población con los militares. Tal vez jamás pasó este razonamiento por las cabezas de quienes propusieron el nombre para la escuela Nº 71(*), sin embargo, el Tambor de Tacuarí representaba los ideales de la época, del tipo de sociedad que se preconizaba desde las esferas de poder.
Quizás, y sólo quizás, hoy pugnamos por un tipo de sociedad diferente, una sociedad donde los niños puedan tener infancias plenas, donde se pueda servir a la sociedad construyendo, dando, no dejándonos arrastrar a luchas fratricidas en beneficios de terceros. Como bien dice el Martín Fierro: “Los hermanos sean unidos”. Nunca más una lucha entre hermanos. Nunca más un Tambor de Tacuarí.
Febrero de 2008

(*)Nota: Posteriormente a la publicación de esta nota nos comentaron que la elección de “Tambor de Tacuarí” como nombre para la Escuela nº 71 se debió a que, por su corta edad, se lo consideraba un personaje histórico sin detractores, al contrario de la mayoría de los forjadores más destacados de nuestra historia nacional.

Foto: Mural Escuela Nº 71 Tambor de Tacuarí, Barrio Los Manzanares.

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