miércoles, 6 de junio de 2012

A Ray Bradbury (6 de junio de 2012)

El niño del sendero miró hacia arriba y lanzó un grito:
-¡Mira, mamá, mira! ¡Una estrella fugaz!
La brillante estrella blanca recorrió el cielo polvoriento de Illinois.
-¡Desea algo! –le dijo su madre-. ¡Desea algo!
Ray Bradbury

En mi niñez, leí, en un libro escolar, el cuento Calidoscopio, de Ray Bradbury. Siendo sincero, no me gustó. Lo extraño es que algunos años después volví a leerlo, dentro del libro El hombre ilustrado. Y me fascinó.
Por entonces tenía veinte y pico y ya había leído Crónicas Marcianas y Fahrenheit 451. Ambos libros son obras excepcionales sobre el ser humano. Ese ser humano que destruye civilizaciones ajenas, que se emboba con la televisión mientras los gobiernos queman libros.
Me fascinó El hombre ilustrado, me devastó El país de octubre, me maravilló El vino del estío. Devoré con avidez las páginas de Remedios para melancólicos, Las doradas manzanas del sol y cuanto libro encontré de él.
Hoy es 6 de junio. Hoy ha muerto Ray Bradbury. La muerte es un asunto solitario, dice el título de uno de sus libros, una novela aparentemente policial, pero plagadas de personajes excepcionales que convierten la trama en un delirio que invita a soñar a quienes tenemos pasión por las letras.
Adiós Maestro. Gracias por los sueños.

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